El príncipe que se caso con una rana
Había una vez un rey que tenia tres hijos en edad de casarse. Para que no surgieran rivalidades en cuanto a la elección de las tres esposas, les dijo:
-tirad con la honda tan lejos como podáis: donde caiga la piedra tomareis esposa.
Los tres hijos tomaron las hondas y tiraron. El más grande tiró y la piedra cayó sobre el techo de una panadería; le correspondió la panadera. El segundo tiró y las piedras cayeron en la casa de una tejedora. La piedra del menor cayó en una zanja.
Apenas tiraban, cada uno corría a entregarle el anillo a la prometida. El mayor encontró una jovencita blanda como el pan; el mediano una muchacha pálida, delgada como un hilo, y el mas pequeño, después de mucho mirar en la zanja, encontró una rana.
Volvieron junto al rey para contarle de sus prometidas.
-ahora- dijo el rey- quien tenga la mejor esposa heredará el reino. Hagamos las pruebas.
Y a cada uno les dio cáñamo para que a los tres días se lo trajeran hilado por las prometidas, a ver quién se lo hacia mejor.
Los hijos fueron a ver a sus novias y les recomendaron que hilaran cuidadosamente; el más pequeño, muy mortificado, se acercó al borde de la zanja con el cáñamo en la mano y se puso a llamar:
-¡rana, rana!
-¿quién me llama?
-Tu amor que poco te ama
-Si ahora me ama poca cosa, me amará más al verme hermosa.
Y la rana salió del agua y se posó sobre una hoja. El hijo del rey le dio el cáñamo y le dijo que tenía tres días para hilarlo.
A los tres días los hermanos mayores corrieron ansiosamente a casa de la panadera y de la tejedora para retirar el cáñamo. La panadera había hecho un hermoso labor, pero la tejedora lo había hilado de tal modo que parecía seda. ¿Y el más pequeño? fue a la zanja.
-¡rana, rana!
-¿quién me llama?
-Tu amor que poco te ama
-Si ahora me ama poca cosa, me amará más al verme hermosa.
Saltó sobre una hoja con una nuez en la boca. Al pequeño le daba un poco de vergüenza ir a verlo al padre con una nuez cuando sus hermanos le habían llevado el cáñamo hilado; pero se hizo de valor y fue a verlo. El rey, que había examinado el trabajo de la panadera y el de la tejedora del derecho y del revés, abrió la nuez del más pequeño mientras los hermanos se reían burlonamente. Cuando abrió la nuez, surgió una tela tan fina que parecía una telaraña y no terminaban de tirar de ella y desplegarla, al punto que cubrió la sala del trono.
-¡pero esta tela no se termina más!-dijo el rey, y apenas dijo estas palabras la tela se terminó.
El padre no quería resignarse a la idea de que una rana se convirtiera en reina. A su perra de caza preferida le habían nacido tres cachorros. Se los dio a los hijos:
-Llevádselos a vuestras prometidas e id a buscarlos dentro de un mes; quien mejor los haya criado será reina.
Al mes se comprobó que el perro de la panadera se había transformado en un dogo enorme e imponente, porque no le había faltado el pan; el de la tejedora, que había sufrido mas estrecheces, se había convertido en un famélico mastín. El más pequeño llegó con una cajita y de ella salió un perrito de aguas adornado, peinado, perfumado, que se erguía sobre las patas traseras y sabía hacer ejercicios militares y obedecer órdenes.
y el rey dijo:
-no hay duda; mi hijo menor será rey y la rana será reina.
Se concertaron las bodas, las tres el mismo día. Los hermanos mayores fueron a buscar a sus prometidas con carrozas ornamentadas tiradas por cuatro caballos, y las novias subieron cargadas de plumas y de joyas.
El más pequeño fue a la zanja, y la rana lo esperaba en una carroza hecha con una hoja de higuera tirada por cuatro caracoles. Se pusieron en marcha; él iba adelante y los caracoles lo seguían tirando de una hoja con la rana. Cada tanto se detenía para aguardarlos, y una vez se adormeció. Al despertarse, vio ante el una carroza de oro, tapizada de terciopelo, tirada por dos caballos blancos; adentro había una muchacha bella como el sol y con un vestido verde esmeralda.
- ¿quien sois?-le preguntó el hijo menor.
-Soy la rana- y como el no quería creerle la muchacha abrió un arca donde estaban la hoja de higuera, la piel de la rana y cuatro caparazones de caracol- era una princesa transformada en rana- dijo-: solo podía recobrar la forma humana si el hijo de un rey consentía en casarse conmigo ignorando mi belleza.
El rey se alegró mucho, y a los hijos mayores, rojos de envidia, les dijo que quien no era capaz de elegir mujer no merecía la corona y el más pequeño y su esposa fueron el rey y la reina
Anónimo
Hola
ResponderEliminareste cuento ... ¿Que tipo de texto es?